¿Te has enfrentado a un montón de dietas para adelgazar y siempre consigues el mismo resultado?


Si, adelgazar adelgazas, pero ¿cuánto tiempo dura esto?


En ocasiones, el volver a recuperar el peso es más lento, pero al final vuelves a recuperarlo y a veces a aumentarlo, y no es de extrañar que te pase esto ya que las dietas que hacemos no son algo que podamos seguir el resto de nuestra vida. No cambian nuestros patrones de alimentación, solo se limitan a darnos unas reglas a cumplir que dependiendo de nuestra motivación podemos seguir durante más o menos tiempo, pero al final siempre hay algo que hace que volvamos a las andadas, a nuestros hábitos.


Los hábitos son automatizaciones que hace nuestro cerebro en base a nuestras experiencias y formas de comportarnos ante determinadas situaciones. De alguna manera vamos condicionándonos a responder de la misma forma ante un estímulo determinado. Así que nuestro cerebro hace asociaciones de las que muchas veces no somos conscientes pero que se basan en experiencias pasadas y de alguna manera nos determina a actuar aunque no queramos hacer lo que hacemos, en este caso sería comer de más.


No hay duda de que las conexiones emocionales con la alimentación se tejen en nuestra experiencia social. Desde que nacemos nos mantienen y alimentan; vamos a fiestas de cumpleaños a comer “cosas ricas”: patatas fritas, pastel, helado…; salimos a cenar para celebrar un nuevo trabajo o un aumento de sueldo, o pedimos en matrimonio a nuestra pareja con una cena romántica. Piensa cuán común es para nosotros el usar la comida como una forma de establecer vínculos, calmarnos, recompensarnos, amar, celebrar, crear placer y excitación. Todos estos son sentimientos positivos relacionados con la comida. Y todos estos sentimientos nos pueden llevar a comer en exceso y a arrepentirnos después de haber celebrado comiendo de más, ensombreciendo de ese modo el motivo de felicidad.


Pero comer también es una manera de cambiar o manejar las emociones desagradables rápidamente: me aburro y voy a la nevera a ver que hay, o me siento nerviosa y con esa sensación de mariposeo que tengo en el estómago pienso que tengo hambre y me lanzo sobre lo primero que pillo en la cocina. Sin embargo, es importante entender que la mayoría de las personas que tienen dificultades con la comida y el peso no tienen importantes problemas psicológicos subyacentes. Comer para hacer frente a ciertas emociones, es simplemente una forma habitual de afrontar las cosas.


No siempre te será obvio saber cuándo utilizas la comida para hacer frente a tus sentimientos. Puedes pensar que comes en exceso "porque sabe bien" o porque “te falta fuerza de voluntad”, o como hemos mencionado antes, si confundes el mariposeo de los nervios con la sensación de hambre. Si no sabes realmente por qué comes en exceso, puedes estar utilizando la comida como un modo de afrontamiento.


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El porqué, llega a estar claro sólo cuando empiezas a explorar los sentimientos que subyacen a tus acciones. Los alimentos altos en azúcar, grasas y carbohidratos altamente procesados pueden activar temporalmente los centros de placer en el cerebro mediante la activación de una versión química de "sentirse bien” como la serotonina y las beta-endorfinas. Aunque puedes sentirte mejor mientras que estás comiendo y durante un corto periodo de tiempo después, el placer o la tranquilidad es de corta duración. Además, comer no aborda el problema que provocaba el malestar emocional en primer lugar. Como resultado, el malestar regresa después de terminar de comer. Además, puede hacerte sentir física o emocionalmente mal, culpable por haber comido de más. Esto generalmente enciende tu vocecita crítica interior diciendo "No soy buena” o “Estoy fuera de control”.


Irónicamente, lo que comenzó como un intento de sentirse mejor te deja como al principio y con un malestar físico y emocional añadido. La manera de romper este patrón es intentar averiguar lo que te está “reconcomiendo” por dentro para aprender a tolerar y responder más eficazmente a tus emociones. Cuando lo hagas, te sentirás mejor durante más tiempo.

Comer por emociones o sentimientos solo se convertirá en un problema si se convierte en la manera habitual en que afrontas tus emociones, ya sean positivas o negativas

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En cualquier caso, comer por emociones o sentimientos solo se convertirá en un problema si se convierte en la manera habitual en que afrontas tus emociones, ya sean positivas o negativas.


Párate a pensar si sientes que no puedes controlar comer en determinadas situaciones, o si piensas constantemente en la comida, o si comes muchas veces sin tener hambre física, o si lo haces cuando no tienes nada que hacer  o te sientes sola,  o si lo utilizas como un premio al final de un dia duro… Si habitualmente te pasa alguna de estas cosas (son solo algunos ejemplos) estas comiendo emocionalmente y esto puede hacer que fracases en tus intentos de perder peso y de mantenerlo.


Te muestro a continuación un cuadro en que se ven las principales diferencias entre el hambre física y el hambre emocional.


Si podemos entender que emoción hay detrás del deseo de comer será una oportunidad para cubrir nuestras verdaderas necesidades y sentirnos mejor. Para ello, claro está debemos ser capaces de escuchar la emoción, de sentirla sin tratar de evitarla, aunque sea molesta. Para conseguir esto, el Mindfulness también nos va a ser muy útil.

Si podemos entender que emoción hay detrás del deseo de comer será una oportunidad para cubrir nuestras verdaderas necesidades y sentirnos mejor.

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Si te estás comiendo tus emociones, la Alimentación Consciente basada en Mindfulness o Mindful-Eating te va a ayudar a no hacerlo y a convertirte en una experta en cubrir tus verdaderas necesidades, consiguiendo además perder peso al quitarte ese plus de comida que venía motivada por tus emociones.


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Eva González

Psicóloga e Instructora en Alimentación Consciente basado en Mindfulness

Descubre algunas estrategias a seguir para manejar  las emociones que nos suelen llevar a la nevera


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