Comer conscientemente es una forma de comer que puede crear una relación completamente nueva con la comida. Nos da la oportunidad de poner mucha atención a la sabiduría de nuestros cuerpos, en contraste con la voz crítica, severa y simultáneamente demandante e insaciable en nuestra cabeza. Nos da espacio para calmarnos al preparar una comida y nuevamente antes de comenzar a comer de manera que podamos estar totalmente presentes para la experiencia. Cuando nos percatamos del proceso de comer, quizá notemos que estamos satisfechos con mucha menos comida.
La atención plena es poner atención a propósito en lo que está ocurriendo en el momento presente sin juicios, o, en otras palabras, estar conscientes de lo que estamos haciendo, y dejar ir cualquier juicio que tengamos al respecto.
Cuando traemos atención plena al acto de comer usamos todos nuestros sentidos para estar totalmente presentes en el momento para degustar y saborear lo que está frente a nosotros.
Al poner más atención, podemos comenzar a notar nuestros pensamientos, actitudes y estados de ánimo habituales que nos estimulan a buscar comida cuando realmente no tenemos hambre. Quizá notemos que sentimos que nunca podemos tener suficiente comida. Con mayor conciencia, podemos comenzar a explorar el tema de si hay algo que falte en nuestra vida. ¿De qué tenemos hambre realmente?
El vacío que sentimos y que intentamos llenar con comida quizá sea una necesidad de conexión con otros, o de encontrar un trabajo más significativo, o de espiritualidad, o la necesidad de más diversión en nuestras vidas. Sin importar cuánta comida intentemos meter en ese vacío, permanecerá hueco porque la comida no es la solución al problema.
Quizá pensemos “El problema es me gusta demasiado la comida.” Si nos gusta tanto la comida, ¿por qué comemos mientras conducimos, leemos, o vemos la tele? El problema no es sólo que no hay conciencia de la comida, sino también que no hay conciencia del cuerpo para poder seguir las señales que nos da acerca del hambre y la saciedad. Sólo comemos y comemos hasta que la comida se acaba. Renunciamos al control de nuestra ingesta y permitimos que la cantidad que haya en nuestro plato determine cuánto consumimos.
A través del uso de la alimentación con atención plena, podemos bajar el ritmo, trayéndonos al momento presente al comenzar a comer. Automáticamente nos calmamos y comenzamos a notar lo que había estado ahí todo el tiempo pero que estaba fuera de nuestra conciencia. Somos capaces de saborear nuestra comida para comer con conciencia, en contraste a con glotonería, parando cuando nuestros cuerpos están satisfechos.
Traer conciencia al comer en esta forma abre la puerta para bajar el ritmo de nuestro frenético paso varias veces al día, al percatarnos conscientemente de nuestro cuidadoso proceso de preparar comida para nosotros mismos y, quizá, para otros. Podemos entonces sentarnos a disfrutar nuestra comida, experimentando la nutrición que proviene de poner atención a lo que estamos haciendo deliberadamente.
Escrito por : Cheryl Wasserman (psicoterapeuta con práctica privada en St. Louis, MO) sacado Food fod Thought Spring2014 of TCME