¿Por que seguimos haciendo dietas que no nos funcionan?

Vivimos en una sociedad obsesionada con el peso y las dietas. Estamos constantemente bombardeados por el último producto que nos hará perder esos “kilos de más”. Muchas de nuestras conversaciones tratan sobre cómo conseguirlo. Las actrices y modelos nos cuentan sus secretos para tener ese “cuerpo 10”. Paradójicamente cuantas más dietas se hacen, mas obesidad hay.


Mucha gente hace dietas en respuesta a una presión social de acercarse a un cuerpo “ideal”. No hay nada malo por querer sentirse y verse mejor, pero las expectativas no realistas pueden conducir a intentar perder peso a pesar del coste que conlleve.


Dietas que prometen una pérdida de 4 o 5 kilos en una semana para cumplir con la operación bikini o para caber en un vestido. No importa cuál sea la motivación, lo más llamativo es que las dietas no son efectivas a largo plazo. Numerosos estudios coinciden en que de un 90% a un 95% de los que hacen dieta vuelven a coger el peso perdido. Más adelante explicare porqué.


Pero a pesar de que la mayoría de las personas que estamos en esta rueda (me incluyo, porque lo estuve) somos conscientes de que no acaba de funcionar, seguimos recurriendo una y otra vez a la última dieta que vemos en la revista o que nos comenta una amiga como la “solución definitiva a mis problemas”. Porque sí, tengo un gran problema, aunque a lo mejor no es mi peso o mi cuerpo como yo creo, el problema muchas veces de entrada es que pongo toda mi valía en estos 2 aspectos: mi peso y mi cuerpo y si estos no cumplen ciertos cánones no valgo nada y este sentimiento es uno de los peores sentimientos que puede tener el ser humano. No es raro pues, que queramos librarnos de él a toda costa y enseguida, si puede ser en una semana mejor que en un mes. La mala noticia de nuevo es que aunque la dieta cumpla su cometido, perder esos kilos en tiempo record, tenemos que pensar que va a pasar con nuestro cuerpo y nuestra alimentación pasado ese tiempo, porque esa pérdida no tiene visos de ser una perdida estable.


Las dietas suelen ser reglas impuestas de lo que debemos comer. Nos suelen prohibir algunos alimentos (estos pasarán a mi lista de los alimentos prohibidos o malos y también muy deseados). Otras nos imponen no mezclar cosas o estar muy pendientes de la cantidad, pesando cada cosa que vamos a comer, o de las calorías que estamos ingiriendo…vamos, algo muy trabajoso, que si bien con la motivación bien incentivada de que vamos a perder peso enseguida, lo llevamos a cabo al principio, va a ser muy difícil de llevar a cabo a medio o largo plazo. Aparte, algunas dietas son tan extremas que realmente y por salud, es mejor no continuarlas durante mucho tiempo, ya que nuestro cuerpo se resentirá. Pero incluso aquellas que resultan más saludables, porque tal vez no prometen cambios tan drásticos, también nos someten a estar vigilantes de lo que podemos comer o no comer para cumplirlas y esto también cansa, aburre, limita…hay gente que se ha planteado el no ir a alguna fiesta o reunión con sus amigos, superapetecible, por el hecho de que iba a estar muy tentado a fallar con la dieta.


Fallar con la dieta….¡horror!, es el principio del fin. Las dietas se basan en el todo o nada. O la cumples o fallas. No entienden de términos medios. Por lo que comer algo prohibido…aunque sea un poquito puede llevar a la sensación de que “ya la has cagado” (perdón por la expresión) y claro, total, si ya has fallado, si eres un desastre, un caso perdido…y con las ganas que tienes de volver a comer eso que tanto te gusta y con lo que sueñas desde que estás a dieta y te ha prohibido ni oler… pues al final acabas atracándote…”si total ya”… al menos sentirás el gustazo….aunque no por mucho tiempo. Luego vendrá la culpa, la sensación reforzada de que no vales y un montón de sentimientos negativos respecto a ti misma y tu vida.

Pero ¿no veníamos buscando esto, no? No, buscamos todo lo contrario: sentirnos bien, valiosos, felices…


Os voy a relatar una metáfora para ilustrar como a veces seguimos utilizando estrategias que no son útiles para solucionar un problema. Es la metáfora del Hombre en el hoyo y dice así: 

Un hombre iba por el campo, llevando una venda en los ojos y una pequeña bolsa de herramientas. Se le había dicho que su tarea consistía en correr por ese campo con los ojos vendados. El hombre no sabía que en la granja había hoyos grandes y muy profundos, lo ignoraba completamente. Así que empezó a correr por el campo y cayó en uno de esos grandes agujeros. Empezó a palpar las paredes del hoyo y se dio cuenta de que no podía saltar fuera y de que tampoco había otras vías de escape. Miro en la bolsa de herramientas que le habían dado, para ver si había algo que pudiera usar para escapar del hoyo, y encontró una pala. Eso es todo lo que tenía. Así que empezó con diligencia, pero muy pronto advirtió que no salía del hoyo. Intento cavar más y más y más y más rápido, pero seguía en el hoyo. Lo intento con grandes paladas y con pequeñas, arrojando lejos la tierra o arrojándola cerca… pero seguía en el agujero. Todo ese esfuerzo y todo ese trabajo, y lo único que conseguía es que el hoyo se hiciese cada vez más y más profundo. Entonces se dio cuenta, que cavar no era la solución, no era la forma de salir del hoyo, al contrario, cavando es como se hacen los hoyos más grande. Entonces empezó a pensar que quizás todo el plan que tenía estaba equivocado y que no tenía solución, ya que cavando no pueda conseguir una escapatoria, lo único que hacía era hundirse más.


Esto es lo que nos pasa a nosotros con la dietas…que a pesar de ver que no solucionan nuestros problemas seguimos recurriendo a ellas una y otra vez sin darnos cuenta que cada vez el problema es mayor… el hoyo más grande.


Y ¿porque el hoyo es más grande cada vez? Aquí llegamos a la cuestión de que si engordamos es porque hemos creado patrones de alimentación o hábitos que nos llevan a comer más de lo que necesita nuestro cuerpo.  La ecuación es sencilla, si comemos más de lo que necesita nuestro cuerpo, este almacenará esta sobrante en forma de grasa, por lo que si tenemos reservas (o michelines) es porque hemos estado dando más energía al cuerpo de la que necesitaba o hemos gastado menos que la que hemos ingerido.


Comer es instintivo, porque es esencial para nuestra supervivencia. Los niños son capaces de saber cuáles son sus necesidades y se guían en base a ellas. Según vamos creciendo y ayudados por nuestros bienintencionados progenitores y la sociedad, vamos dejando de contactar con estas señales instintivas para saber qué, cuando, y cuanto debemos comer, y empezamos a asociar la comida a otras necesidades y estímulos, lo cual hace más probable que comamos en exceso porque se multiplican las ocasiones en las que pienso que tengo hambre.

Son estas asociaciones, las que crean nuestros patrones de alimentación…cuando me aburro voy a la nevera; paso por una pastelería…y “ummmm…ese olor, no puedo resistirlo, voy  a comerme una palmera de chocolate”; esa cena navideña, con tanta comida en la mesa…”tengo que probarlo todo, no puedo perder esta oportunidad”. Y estos patrones o los cambiamos o seguiremos comiendo del mismo modo cuando no estemos a dieta, porque como ya dije, no podemos llevar estas dietas a rajatabla durante mucho tiempo, no hay ser humano que pueda hacerlo… y claro, al dejar una dieta, volvemos a comer del mismo modo que lo hacíamos antes, cumpliendo con los mismos patrones (porque con la dieta no hemos atendido a este factor tan importante) y empezamos a ganar el peso perdido porque empezamos a comer más de lo que necesitamos y encima a veces…”¡cojo más peso del que tenía antes de la dieta!” y esto no es porque mi cuerpo tienda a engordar de una forma natural (y por eso tengo que estar siempre a dieta), no. Es simplemente porque con la dieta he enlentecido mi metabolismo basal. Mi cuerpo que tenía unas necesidades de energía para realizar todas sus tareas, resulta que ha entrado en un periodo de escasez y tras darse cuenta de que esto parece bastante estable decide ahorrar y gastar menos energía de lo que gastaba para realizar el trabajo básico, con lo que al dejar la dieta, gastamos menos y volvemos a comer más, con lo que la ganancia de peso será superior. Aparte, el cuerpo cuando se siente en modo ahorro se hace un experto en la acumulación de grasas y también sufriremos esta especialización al abandonar la dieta.


Luego parece ser que la clave está en que con las dietas habituales no vamos a cubrir el objetivo que tendrían que tener, EL IDENTIFICAR Y CAMBIAR LOS PATRONES QUE NOS LLEVAN A COMER DE MÁS. Y este es precisamente el objetivo que tiene la Alimentación Consciente basada en Mindfulness (La dieta Mindfulness): identificar patrones de comportamiento que nos llevan a comer de mas y a poder modificarlos; a sintonizar de nuevo con nuestros instintos…los que nos dicen lo que tenemos que comer porque es justo lo que necesitamos; a aprender a cubrir las necesidades que cubrimos con la comida de otro modo. Y de esta forma, al final si conseguiremos sentirnos bien de verdad con nosotras mismas, con nuestro cuerpo, respetándonos y sintiéndonos validas y confiadas de que podemos hacer las cosas bien pero de otra manera, mucho más amable.


Así que, puedes seguir cavando con tu pala en el hoyo o probar algo distinto. En tu mano esta…


"El camino de comer y vivir conscientemente sigue siendo, para la mayoría de la gente, el menos transitado. Si decides tomarlo, mira a ver si notas la diferencia."

Eva González

Psicóloga e Instructora en Alimentación Consciente basado en Mindfulness

Descubre los diferentes motivos para comer y así empezar a tener control sobre tus patrones alimentarios


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